Mi felicidad.

poema de Anna.

Basó su felicidad un día en lo que una persona le diera o como actuara con ella, siempre tuvo su ánimo apegado a lo que le entregaran pero la mitad del tiempo era rogado, era pedido pues no recibía nada ni siquiera una tercera parte de lo que entregaba, es cierto desde su corazón que no lo espero así, nunca. Pero cuando se vio sola y sin nadie con quien llorar siquiera puso en una balanza los pro y los contras que había recogido de sus amores pasados. Pero no había nada en sus aportes y todo se fue al lado de los dolores, de las lágrimas y las penas que había recibido y eso si la hizo reaccionar. Por eso pensó en quedarse sola de verdad y no depender más de los amores de nadie, se vio fuerte y se sintió como un roble al que le han tratado de doblegar pero que aún con daños estaba de pie.

Se consultó a si misma si podría seguir así sola pero como no hay seguridades que le dieran sus si se dio a la posibilidad de intentar una vida por y para ella misma aún sin depender de los cariños cercanos pues no había seguridad que estos también se quedaran en su vida. Así que empezó con ese día a pensar diferente, cuando vio que aún era bella y que su edad le daba la madurez requerida para empezar de nuevo se lanzó a la vida.

Su traje, su pelo libre al viento, su mirada llena de luz le dieron la fortaleza para volver a empezar y oró, lo hizo por ella, por su alma y por esa nueva faena que sería su nueva realidad, así era más fácil pues sin lastres del pasado tenía que ser capaz.

Recostó su cuerpo para descansar, pero su mente no, esta aún estaba en efervescencia y aunque la quiso calmar no pudo y pensaba en que el día de mañana sería un nuevo despertar como lo pensó el día anterior.

Planeo todo hasta la ropa que usaría para salir a buscar trabajo, que diría para solicitarlo porque de ahora en adelante no dependería ni en lo económico de nadie.

En su conciencia había un nuevo pensar y era que ya su ánimo no estaría más apegado a nadie fuera quien fuera y menos los fantasmas de su pasado que de tanto en tanto aparecían a molestar su calma. Su alegría y aún su tristeza no eran de nadie sino suyos propios y así viviría de ahora en adelante sin mirar atrás a menos que fuera para aprender.