Adiós

Sólo una vida entera
buscando un motivo para pensar
que mañana al despertar,
será todo mejor.

A la luz de una lámpara,
lámpara marchita como mi escritura,
escritura de cara pálida
castigada en un rincón,
entre sombras.

Sólo un cuarto frío
donde encierra mi crisálida.
Y mientras duermo
mis sueños brillan en el cielo,
con las estrellas,
bailando como luciérnagas
envueltas en deseo.
Rompiendo la realidad,
aportando la magia
y silenciando este mundo de dinero,
de empleos y de amarga soledad.

Una vida entera,
esperando sólo un momento,
un momento que se cierra
como se cierra lo que hemos vivido,
un momento de decir adiós.

Adiós a todos,
a todo lo bueno que he vivido,
a las reglas que me condicionaron
y a los pasos en mi camino.
Adiós a mi trono y mi destino,
que se guarden las desgracias
para quien no cumple con lo prometido.

Aprender por uno mismo a aceptar
que ni con pena ni pesar
se consigue acariciar el cielo.
Que su ausencia te recordará
que el amor se cultiva como una planta.
Cada vida es un libro
escrito sin tinta, por cierto.

No desgastes la luz de aquellos ojos
que al mirarte rompieron el cerrojo
y te abrieron sus puertas
de par en par.