La dama de negro

poema de FLORO

La dama de negro
viste su negrura
por dentro y por fuera.
Su sonrisa yace,
cubierta de herrumbre,
allí donde el alma
macera sus penas

Hace mucho tiempo
que le viene grande
su alcoba y su cama.
Un golpe de mar,
cruel manotazo,
se lo arrebató.

Ya no volvió más
aquel marinero
que llegaba a casa
cubriéndola a besos.
La dama de negro
no perdona al mar
y desde la orilla
lo maldice a gritos.

Una caracola
coloca en su oído
a modo de móvil.
Trata de escuchar
una y otra vez
la voz de su amado.

Una y otra vez
recibe abatida
tono de ocupado,
despues un silencio
y tras él,
un ronco bramido
de las olas rotas,
que se dan de bruces
contra las paredes
del acantilado