¿que es?

¿Que quieren de mi? ustedes y el insomnio ¿que quieren?
¡No me miren! No puedo darles lo que esperan ¿o soy yo quien espero que esperen algo de mi?
Tiemblo de horror ante ustedes, enormes humanos, yo no valgo un pastel de mierda, ni mi casa, ni mis ideas.
Me alejo, lejos de su desprecio asqueroso.
Pero estoy yo para darme cuenta cuanto me odio.
Voy de cuello corto, argumentando nimiedades de la paranoia.
¡Máscara de aburrido y superior!
¡El fusil del alíen, y su madre de burdel!
Elijo las esquinas oscuras para aparecer, quiero ser invisible, o invitado, al menos invitado a su festín de risas y despreocupación.
¡Dices lo que nunca dices!
¡Ay! que decir si no. Al fin estoy espolvoreando mi basura en esta habitación sin cerradura.
¡Que decisión! ¡Dios ama tu decisión!
Daño esta ciudad, daño las circunstancias. Lo daño todo vomitando ira, la gente es mi cáncer.
¡Real! Tu calle llora verdad.
¡Tu uva es ácida!
¡Ay de mi!
La decepción piensa en mi y se masturba, se acuerda de la cuerda en mi cuello aquella vez sobre la séptima colina de la ciudad de las antenas.
Del clonazepam en aquellas venas, del golpe, del robo y la tragedia.
¡Llama de arena!
Conmigo no viene nadie, pues no lo permito. Lechuzas y violonchelos se atravesaron en mi lago, algo hago, aunque nunca suficiente.
¡Sufre mal viviente!
¿Ves los espacios?
Ya sabés, como cuando hablamos. No hay espacio en blanco, llenamos con mente aquellos fonemas.
¡Hacele frente al demonio!
Me refiero a los espacios de alfiler que acá alargó directo a tu mano.
No soy ordenado, palito de papel, eso es lo que no soy. Encuentra tu voz los cantos.
El desastre, el bricolaje de letras del insomnio, simples y putas. Más reales que el grito de un muerto.
¡Estoy hasta la pasta!
¿Que quiere decir?

¡dice que es rabia!
es rabia... Y basta.